Las guerras del uranio by Amir D. Aczel

Las guerras del uranio by Amir D. Aczel

autor:Amir D. Aczel
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Historia
publicado: 2014-09-03T23:00:00+00:00


En la otra orilla del Atlántico, los trabajos para comprender los procesos del uranio experimentaban rápidos progresos en Inglaterra. A principios de 1940, Otto Frisch empezó a trabajar, junto con Rudolph Peierls, en la Universidad de Birmingham, en la determinación de la cantidad del isótopo más ligero del uranio, cuyo peso atómico era 235, que era necesaria para crear una bomba atómica.

Peierls era alemán, un estudiante de Arnold Sommerfeld, y había obtenido una beca de la Fundación Rockefeller para trabajar con Enrico Fermi en Roma. Mientras estuvo allí, le ofrecieron una plaza en Hamburgo que era un trampolín para obtener una cátedra, lo cual hacía que fuera muy atractiva. Las condiciones en las que se hallaba Alemania, sin embargo, se deterioraron justo antes del ascenso de Hitler al poder, tanto que Peierls cambió de idea y decidió trasladarse a Inglaterra, un país que en aquella época no ofrecía muchas plazas académicas para la investigación. Consiguió una plaza de dos años en la Universidad de Manchester, en la que se había creado un fondo para apoyar a los refugiados alemanes a través de becas.[86] Algunos años más tarde, Peierls empezó a trabajar con Frisch.

Aquel tándem de científicos llegó a una conclusión sorprendente. En base a los cálculos teóricos que habían realizado, la cantidad de uranio 235 (U235) necesaria para fabricar una bomba no se medía en toneladas sino más bien en libras. Si bien no obtuvieron un valor exacto, la conclusión a la que llegaron, que se conoce con el nombre de Memorándum Frisch-Peierls, redactado en abril de 1940, fue el primer documento que indicaba que la creación de una bomba atómica era realmente factible. Ambos científicos concluyeron que una bomba atómica debía de constar de dos componentes cuya masa combinada fuera la crítica, y que, por tanto, pudiera explotar cuando se reunieran, mientras que cada parte separada seguiría siendo subcrítica, de manera que la bomba podría manejarse sin explotar antes del momento deseado. Estos resultados condujeron directamente a la creación en Gran Bretaña de una comisión oficial dedicada a la investigación atómica. Por aquella época, Niels Bohr mandó un telegrama a Otto Frisch que terminaba con las palabras «and tell Maud Ray Kent» [y cuéntaselo a Maud Ray Kent]. Frisch y sus colegas supusieron que era un mensaje en código que, sin éxito, trataron de descifrar. Ello era debido, por un lado, a la relación de todo el proyecto con el trabajo de Bohr sobre el átomo y, por otro, porque las autoridades británicas habían decidido llamar a la comisión atómica «Maud Committee». Después de la guerra, sin embargo, se supo que «Maud Ray» aludía a la niñera de los hijos de Bohr, que en 1940 vivía en el condado de Kent, y que aquel simplemente quería enviarle recuerdos desde la capital danesa en plena guerra.[87] La comisión Maud, por su parte, fue la comisión responsable de la investigación atómica en Gran Bretaña.[88] A finales de 1940 se intensificó la cooperación científica con fines bélicos entre Estados Unidos y Gran



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