La vida encadenada by Bartolomé Soler Rabasso

La vida encadenada by Bartolomé Soler Rabasso

autor:Bartolomé Soler Rabasso [Soler Rabasso, Bartolomé]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 1945-04-23T00:00:00+00:00


XXVII

EL MATRIMONIO de Natalia Grigorievna Shevakina y Alexei Ivanovich Degaiev se había celebrado en el mes de agosto de 1885. En los primeros meses del año 1884 abandonaban el hogar de Iván Petrovich para ir a establecerse a orillas del Udai. Karkov, asimismo, era un gobierno donde los ilegales no habían hallado terreno propicio. Era forzoso cuidar la vasta extensión ucraniana. Era necesario sacudir el alma amodorrada de una región que parecía incapaz de palpitar. Allí abrió en seguida Alexei Degaiev su despacho de abogado. Pero a la vez recomendó a Natalia unos meses de sosiego. Adivinaba que el peligro se cernía sobre sus cabezas. Los últimos cuatro meses habían sido fatales para muchos ilegales y para los escasos supervivientes de la Norodnaia Volia.

Un antiguo oficial de la Academia de Artillería de Krondstadt, terrorista más tarde, complicado en varios atentados y conspiraciones, pasó a confidente de la Cancillería Secreta, y dió nombres, nombres y más nombres. La redada alcanzó proporciones aterradoras.

También se llamaba Degaiev. Sergio Degaiev.

La policía localizó una cantidad de ramificaciones de aquella secta que maniobraba en la sombra. Los militares que se habían extraviado en el terreno de la conspiración fueron detenidos uno por uno, desde Norte a Sur, de guarnición en guarnición. Terroristas a quienes la policía perseguía desde antes del asesinato de Alejandro II, cayeron al fin, merced a la evolución de Sergio Degaiev. Así cayó la Kaluschnaia, la que años después se suicidaría en el penal de Kara; así cayeron Surovsev, Spandoni, la Nikitina, Komarnitzki, la Ivanovskaia… Así cayeron centenares, millares de ilegales entre las mallas de la Cancillería zarista. Así se levantaron nuevas horcas en la Santa Rusia, y así cayó la más perseguida de las terroristas de su tiempo: Vera Nikolaievna Figner, a quien Su Majestad el Zar Alejandro III conmutó la pena de muerte en la horca por la de trabajos forzados a perpetuidad, enterrando veintidós años de su vida en la más tétrica de las cárceles del Imperio, en la ciudadela de SchlüsSelburg.

Sergio Degaiev recorrió durante varios meses las ciudades que median entre Moscú y el mar Negro, en busca de Sofía Dimitrievna Dijinskaia, que era el nombre bajo el cual conocían los ilegales a Natalia Degaieva. Los agentes de la Dirección General de Policía, a las órdenes del general Plehve, seguían y reseguían todas las ciudades que desde la región moscovita se pierden hacia el Caspio y hacia el mar de Azof; llegaban hasta Riga y hasta Varsovia. La captura de la Dijinskaia significaba la presa más seductora: con la suya, habría de conseguirse la de El mujik solitario. Fué Rostov del Don la ciudad más asediada por los agentes del general Plehve, pues todas las declaraciones coincidían en señalar esa ciudad como la residencia familiar de Sofía Dijinskaia. Natalia sintió muchas veces los pasos de los agentes pisando sus talones. Aun así, proseguía impertérrita, ágil, flexible y escurridiza.

Al llegar a Karkov coincidió con Alexei en que había que refrenar durante un tiempo más o menos breve sus correrías. Creía, no obstante, en la suerte y en sus precauciones.



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