La sima by José María Merino

autor:José María Merino [Merino, José María]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2009-04-01T00:00:00+00:00

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Hasta yo noto que estoy de buen humor, don Cándido, doctora Valverde.

Resumiendo en un párrafo lo que fue sucediendo a lo largo de dos años, un período estimulante de mi vida, me sentía a gusto conmigo. Por un lado los estudios me agradaban, me notaba cada día más impregnado de nuevas sabidurías, y por otro empezaba a ganarme la vida con mi trabajo y las chicas no se me daban mal.

Si recapitulo, reconozco que aquel tiempo fue para mí satisfactorio, no había en mí ese abatimiento que se produjo después de la mili, esta sensación de que nada importa que tanto me hundió y que todavía en ocasiones me acomete, de que todo ha pasado ya y sólo soy una sucesión de pequeñas impresiones instantáneas, fugaces, insignificantes chispazos, restos exhaustos de energía que fulguran de vez en cuando en la enorme superficie de un embalse de aguas negras y muertas.

Me seguía interesando la confrontación española, que entonces se centraba para mí casi exclusivamente en la Guerra Civil del siglo XX, pero el objeto de todos mis esfuerzos iba a ser la educación, incluso me aproximé también a la educación especial, visité centros, después de las prácticas y antes del servicio militar tenía el propósito de cooperar durante una temporada con una organización en algún país de la América hispana, y aunque al fin llevé a cabo todos mis proyectos, varios incidentes fueron haciéndome comprender lo difícil y complicado que puede resultar esto de vivir, incluso cuando tienes cubiertas lo que se llaman necesidades primarias y hasta perteneces a la parte privilegiada de la familia humana. Primero, Puri volvió a cruzarse en mi vida y José Antonio intentó matarme; luego, conocí el Perú y a Marisa.

Y todo ello, aunque hayan pasado ya quince años, me vuelve a desasosegar tanto que debo esforzarme mucho para seguir contándolo.

Pero no, no voy a seguir contando nada de eso hoy, cuando ha empezado un año nuevo, cuando pronto voy a asistir al momento en el que esa sima devolverá los restos de los treinta mozos que fueron arrojados a ella, para que el viento deje de llamarse Alonso, y de quejarse del frío, y de preguntar por qué.

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