La catira by Camilo José Cela

La catira by Camilo José Cela

autor:Camilo José Cela [Cela, Camilo José]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 1955-01-01T00:00:00+00:00


—Una jota y una pe; con la e de Evangelista iba a queá ya el jierro muy complicao.

La negra María del Aire entró, puso hielo al whisky de la catira y se volvió a marchar, todo —cosa rara— sin abrir la boca.

La negra María del Aire, en el fondo de su conciencia, estaba un poco avergonzada de haber andado buscándole las vueltas a la negra Cándida José, para engañarla. La negra María del Aire, aunque no se sentía con autoridad para decirlo, también pensaba que el yelo no era bueno para criar.

—Y a toa esta tierra, Feliciano Bujanda, pa júntala bien juntá e el to, tampoco se la pué llama con tanto nombre como tié, ¿sabe? Que si el hato Potreritos…, que si el hato e el Pedernal…, que si el hato Coracero Largo…, que si el hato Primavera… To esto es una periquera, Feliciano Bujanda; yo he pensao que más vale nombrala con un solo nombre, ¿sabe?, que si la tierra es una, y el amo es uno, y el jierro es uno, no es de ley que los nombres sean cuatro.

Al caporal Feliciano Bujanda se le encogió el ánimo otra vez.

—¡Guá, y que ésta es una mujé como e el otro mundo! —volvió a pensar.

El caporal Feliciano Bujanda reaccionó.

—¿Y ya le tié el nombre buscao, misia?

La catira Pipía Sánchez se puso en pie.

—Sí, Feliciano Bujanda, ya se lo tengo buscao. Ahorita lo que hay que jacé es ecíselo a la gente, pa que lo repita.

—Sí, misia.

La catira Pipía Sánchez tragó saliva, quizás para que no le temblase la voz.

—Que tóa esta tierra, Feliciano Bujanda, se va a llamá, desde ya en adelante, la Pachequera…

A Feliciano Bujanda le saltó a la memoria el siniestro recuerdo de la Rubiera, nombre que también anduvo por aquellos dilatados horizontes del Guárico. La catira Pipía Sánchez lo adivinó.

—Y no me piense, pues, en la Rubiera, Feliciano Bujanda, ¿sabe? La Pachequera ha e se to lo contrario, lo ha e ve… La Pachequera tié que se la tierra más sosegá e el mundo…

La catira Pipía Sánchez creyó, por un momento, que se desvanecía.

—Y no me piense en la Rubiera, pues… Por vida suyita, Feliciano Bujanda, no me piense en la Rubiera…

Feliciano Bujanda dejó de pensar en la Rubiera. Feliciano Bujanda volvió a pensar —y con más fuerza que nunca— que la catira era, efectivamente, una mujer como del otro mundo. Al caporal Feliciano Bujanda se le subió la ceja hasta más arriba de media frente. La catira Pipía Sánchez lo miró.

—Guarde la ceja, pues, Feliciano Bujanda, que ya le igo que se le va a ispará. ¿En qué piensa, pues?

A Feliciano Bujanda le empezaron a doler los oídos.

—No, en na, misia… En na pensaba, pues… Ta bien buscao el nombre, ¿sabe?, ta muy rebién buscao…



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