Juana I, la reina cuerda by María Lara Martínez

autor:María Lara Martínez [Lara Martínez, María]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Biografía, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2023-06-09T00:00:00+00:00

11.9. El oro de la dote

Con la ayuda de su hermana mayor, Leonor, el emperador fue organizando la boda de Catalina con Juan III de Portugal. Pero el tema más espinoso siempre era el de la dote, pues las arcas no estaban sobrantes de monedas. En 1524, un año antes de los esponsales, Carlos estuvo un mes en Tordesillas. Sin embargo, una estancia tan prolongada no era inocente: fue hipoteticamente a «apropiarse» de tapices, joyas, libros y vestiduras litúrgicas de la colección de Juana para que sirvieran como parte de la dote de su hermana.

Se llevó la friolera de 25 kilos en objetos de plata y quince kilos en piezas de oro. Pensaba Carlos que el mundo no se enteraría de que esa madre «loca», que estaba encerrada, era la que iba a pagar la boda, de hecho, a Juana se lo ocultó metiendo ladrillos en los cofres vacíos. Así disimulaba que su hijo le había robado y quedaba ante Portugal y las otras cortes como el hermano protector que sufragaba la mejor de las dotes. La aniquilación del ánimo de su progenitora era total, aunque sin embargo había personas a las que Carlos sí les cogió apego.

Hacia 1540, cuando fue padrino de su hijo, el emperador rememoraba que Barbe fue su nodriza principal durante nueve meses. Carlos estuvo muy unido a ella y, cuando murió en 1554, un año antes que Juana, ordenó que la enterraran en la Catedral de Santa Gúdula de Bruselas y mandó poner un destacado epitafio en su honor.

En 1525, Catalina se casó con Juan III, y Juana se quedó sin defensa alguna. Ya no tenía a su lado a su querida contertulia, que además trataba de frenar los atropellos de los marqueses de Denia.

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