Herederos del cielo by Fernando Trujillo Sanz & César García Muñoz

Herederos del cielo by Fernando Trujillo Sanz & César García Muñoz

autor:Fernando Trujillo Sanz & César García Muñoz [Trujillo Sanz, Fernando & García Muñoz, César]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2021-01-01T00:00:00+00:00


—Muchas gracias, chicas —dijo Stacy—. Ya no os necesitaré más por hoy.

Las gemelas asintieron. La rubia sonrió con dulzura, la morena se dio la vuelta y tiró del brazo de su hermana para que la siguiera. Aunque Nilia trataba de disimular que las niñas habían llamado su atención, a Stacy no se le escapó que las observaba de reojo y que por breves instantes su calculada expresión de indiferencia se movía hacia un genuino interés.

Los soldados, acostumbrados a las gemelas, esperaban instrucciones de su comandante en jefe. Stacy creía advertir respeto, reconocimiento por el modo en que había tratado a los ángeles y a los demonios. Si erraba y en realidad se trataba de miedo y preocupación por las posibles represalias… Mejor no considerar siquiera esa opción por ahora.

Lucy llegó trotando, sin armadura.

—Se marchan —informó a Stacy—. Sin altercados. No se han resistido. Les están escoltando a los orbes en estos momentos. Creo que… Que… Yo…

—No causarán problemas ahora que me han visto —dijo Nilia—. Cierra la boca, Lucy, sí, soy yo. Gracias por tu informe.

—Perdona un segundo, Nilia, deja que ponga al día a Lucy y…

—Ya lo harás luego. A lo mejor tú también te has tomado en serio mi actuación de hace un momento. Era solo para ayudarte. Es probable que te haya salvado la vida, por si no lo sabías, pero se cierra el telón.

—¿No crees que hubiera podido manejar a Stil?

—Estoy absolutamente segura de que no hubieras podido. Le he visto pelear en el rincón más oscuro y frío de toda la creación, en las peores condiciones. Tus soldaditos no te servirían de mucho.

—Discrepo. Stil no podría con todos.

—Si fuera tan estúpido de enfrentarse cara a cara, no, no podría. Pero le conozco. Piensa lo que quieras, pero yo en tu lugar me cuidaría de ofender a Renuin delante de él. Por lo demás, has estado convincente, firme. Bien hecho, chiquilla. —Nilia se acercó y susurró al oído de Stacy—: Por el bien de los tuyos asegúrate de que puedes mantenerte a la altura de lo que viene. Si te tiras un farol, antes o después, te acabarán descubriendo.

—No lo he hecho.

—Claro que sí —la corrigió Nilia—. Conmigo. Les has hecho creer que estoy de vuestra parte. Esa ilusión no durará.

—Entonces, ¿por qué has venido?

—Porque Vyns me lo pidió. Digamos que me sentía en deuda con él por un encargo que le he pedido.

De modo que Vyns la había encontrado después de todo. Y, después de que Stacy lo echara, él les había enviado a Nilia.

—¿Confías en él? —preguntó Stacy.

—Qué más da. Es evidente que tú no. Me marcho. Intenta no cagarla, Stacy.

—Espera, por favor. Dices que no estás de nuestra parte, pero ¿estás en contra?

—No. En realidad no me interesan vuestras guerras. Preferiría que no os sometieran, pero no voy a participar en una guerra, si es lo que quieres saber. Así que no te preocupes por mí, pero tampoco esperes contar con mi ayuda.

—Puedes ayudarnos a entender mejor las runas de combate que emplean los ángeles…

—No la necesitamos, Stacy —intervino Lucy—.



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