Hasta donde nos lleve la pasión by Sandra Bree

Hasta donde nos lleve la pasión by Sandra Bree

autor:Sandra Bree [Bree, Sandra]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 2024-04-11T00:00:00+00:00


Capítulo 14

Norman los vio caminar hacia la salida. Iban los tres muy juntos. El sargento rodeaba a Zoe con el brazo, de un modo tan íntimo que un mareo de rabia le invadió el estómago y le subió a la garganta.

Apretando los dientes con fuerza, intuyó que se habían liado. «El muy hijo de puta se la habrá follado ya».

Cuando hizo saltar la alarma de incendio, solo necesitaba averiguar quién estaba con ella en la habitación. Él había llegado tarde de la comisaría porque los policías le habían estado tocando las pelotas más de la cuenta. Pero muy tontos debían ser, si no se habían dado cuenta, hasta ese momento, de que se alojaba en el mismo hotel que ellos. Habían tardado varias horas en descubrirlo.

Pensó en el modo en que ella lo miró al verlo allí. No había sido igual que en el instituto, donde para ella tan solo era un mueble o un trozo de pared. No. Ahora sus ojos azules rebosaban miedo y terror, y eso le provocaba un gran placer.

Sonrió con malicia sin dejar de perseguirla con la vista. Mucho más atractiva de lo que recordaba, pues las curvas de su cuerpo parecían perfectas, estaba realmente deseable con los pies desnudos y ese vestido, cuyo tirante se había deslizado sobre un hombro, provocando en él el mismo deseo de antaño. ¿De cuántos hombres se habría mofado durante esos años la muy zorra?

Entrecerró los ojos cuando salieron por la puerta y sacudió la cabeza una vez que abandonaron su campo de visión. Se encontraba satisfecho. No faltaba mucho para dar con la dirección de Patrick. ¡Médico en Atlanta! Menuda sorpresa saber de lo lejos que llegó el chaval, pues para él nunca pasó de ser un matón de tres al cuarto que presumía de ser fuerte, guapo y respetuoso con las chicas.

Con lo que no había contado al elaborar todo aquel minucioso plan había sido con el sargento Fuentes. El tío no se apartaba de Zoe y se comportaba más como un maldito guardaespaldas que un inepto policía. Nadie pagaba sus putos impuestos para proteger a una sola persona en el mundo cuando había tantas que necesitaban ese servicio.

—Me lo tienes que agradecer, cabrón —musitó metiéndose las manos en los bolsillos—. Si la conoces es por mí.

Y si ella hubiera perdido el conocimiento en el metro, como había planeado, su obra estaría casi culminada. Ansiaba que llegara el día en que pudiera ver a todas esas mujeres, aquellas niñas insolentes que se habían burlado de él, encerradas juntas a su merced.

En realidad, no había pensado cómo se desharía de cada una de ellas en el futuro.

Wesley tenía razón, matarlas no le produciría la satisfacción suficiente. Lo de Marian había sido un caso aislado. Posiblemente acabaría vendiéndolas en el norte de Europa, donde le pagarían un buen dinero por ellas y donde estaría seguro de que nunca volverían. Pero eso sería cuando se cansara, y todavía quedaba mucho para eso.



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