Feminismo by Deborah Cameron

Feminismo by Deborah Cameron

autor:Deborah Cameron [Cameron, Deborah]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 2017-12-31T16:00:00+00:00


[La feminidad] siempre exige más. Debe reconfortar constantemente a su público con una voluntariosa demostración de diferencia, aun cuando no existe por naturaleza, o debe captar y aceptar una variación natural y componer una sinfonía rapsódica sobre las notas.

La feminidad no es sólo un constructo social, sino también una imposición cultural; un conjunto de expectativas, prescripciones y prohibiciones reforzadas por un sistema de premios y castigos.

Nada garantiza, desde luego, que estas medidas coercitivas vayan a funcionar: numerosas mujeres, en el pasado y en el presente, han rechazado la feminidad convencional, y pocas de nosotras, por no decir ninguna, encarnamos las nociones de lo femenino idealizadas en nuestra cultura de forma plena y constante. Pero, si bien somos libres de decidir hasta qué extremo cumpliremos las expectativas, las consecuencias no dependen de las decisiones individuales. De pequeña, si quería, silbaba, pero no podía evitar que las personas de mi entorno entendieran mi comportamiento como «impropio de una señorita» y lo juzgaran en consecuencia (o sea: negativamente).

¿Y qué hay de la masculinidad? ¿No es también un constructo cultural? ¿Una serie de reglas que las personas nacidas hombres deben aprender (como lo de «los chicos no lloran» o «los hombres de verdad no muestran sus sentimientos», por ejemplo)? ¿Acaso no se premia o se castiga también a los hombres por ajustarse a la norma masculina o desviarse de ella? En resumen, ¿no es el sistema de género binario reductor y opresivo para todo el mundo? La respuesta breve a estas preguntas es «sí»: si la feminidad es un constructo social, lo mismo ocurrirá con la masculinidad. Son términos conexos, definidos por el contraste mutuo. Sin embargo, esto no basta para creer que debamos entenderlos necesariamente como las «dos caras de una misma moneda». Como Beauvoir observó en El segundo sexo, su relación puede parecer perfectamente simétrica, pero si la examinamos más de cerca, veremos que no: «El hombre representa a la vez el positivo y el neutro, hasta el punto de que se dice “los hombres” para designar a los seres humanos […]. La mujer aparece como el negativo, ya que toda determinación le es imputada como limitación, sin reciprocidad».

El género, desde esta perspectiva, no es sólo un sistema de categorización social basado en el contraste entre dos términos iguales pero opuestos, también es una jerarquía que establece que lo masculino supera en rango a lo femenino. Aunque algunas distinciones de género (como en qué lado se cosen los botones de una camisa) parecen arbitrarias y triviales, otras pueden vincularse más directamente con el sistema social que espera que los hombres ejerzan el poder y las mujeres desempeñen una función secundaria, de apoyo. La masculinidad es activa, asertiva, racional, fuerte y valiente; la feminidad es pasiva, sumisa, emocional, débil y necesitada de protección. Las cualidades que se recomienda cultivar a las mujeres son también las cualidades alegadas para justificar su estatus social inferior. Es indudablemente cierto que muchos hombres y niños viven las demandas de la masculinidad como una opresión, y que para algunos son profundamente dañinas.



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