Ensayos by Heinrich Heine

Ensayos by Heinrich Heine

autor:Heinrich Heine
La lengua: spa
Format: epub
editor: Akal, S. A.
publicado: 2017-10-25T00:00:00+00:00


Libro segundo

I

La escrupulosidad que rigurosamente me he impuesto me obliga a hacer notar que varios franceses me censuraron por dedicar a los Schlegel, en particular a don August Wilhlem, palabras demasiado duras. Creo, empero, que semejantes críticas no se me habrían dirigido si los franceses estuviesen más versados en la historia de la literatura alemana. Muchos de ellos conocen al señor A. W. Schlegel sólo gracias a la obra de la señora de Staël, su noble protectora. La mayoría únicamente le conoce de nombre y ese nombre les suena a algo célebre y adorable, algo así como el nombre de Osiris, del cual tampoco saben más que es un tipo estrafalario de dios venerado en Egipto. No sospechan ni siquiera cuánto parecido guarda el señor A. W. Schlegel con Osiris.

Comoquiera que otrora figuré entre los discípulos académicos del mayor de los Schlegel, podría creerse que debo dispensarle cierta deferencia. Pero, ¿acaso el señor A. W. Schlegel mostró respeto para con el anciano Bürger, su padre literario? No lo hizo, y con ello obró según los usos y las costumbres, pues, en la literatura, lo mismo que en las selvas de los indios norteamericanos, los hijos matan a golpes a sus padres en cuanto estos se vuelven viejos y débiles.

En el capítulo anterior ya he sostenido que Friedrich Schlegel era más eminente que don August Wilhelm; de hecho, este vivía exclusivamente de las ideas de su hermano y no conocía otro arte que el de desarrollarlas. Friedrich Schlegel era un hombre profundo. Reconocía todas las maravillas del pasado y sentía todos los dolores del presente. Sin embargo, no llegó a comprender la santidad de esos dolores y su necesidad para la felicidad futura del mundo. Veía ponerse el sol y contemplaba, nostálgico, el lugar de su ocaso, lamentándose de la calígine nocturna en ciernes; no se daba cuenta de que una nueva aurora despuntaba ya en el lado opuesto. En una ocasión Friedrich Schlegel llamó al historiador 'un profeta al revés'. Estas palabras son la mejor caracterización de su propia persona. El presente se le hacía odioso, el porvenir le atemorizaba y sólo en el pasado, que adoraba, penetraba su mirada lúcida y reveladora.

¡Pobre Friedrich Schlegel! En los dolores de nuestro tiempo no vio los dolores del renacimiento, sino la agonía del fenecer, y por temor a la muerte buscó amparo en las ruinas temblorosas de la Iglesia católica. En todo caso, esta era el refugio más idóneo para su disposición de ánimo. A lo largo de su vida se había divertido, entregándose a numerosas travesuras alegres; pero consideraba que tal cosa era una ofensa a Dios, un pecado que, a la postre, había de expiarse. Era inevitable que el autor de Lucinda se hiciera católico.

Lucinda es una novela y, aparte de sus poemas y un drama titulado Alarcos, inspirado en un modelo español, es la única creación original que nos ha legado Friedrich Schlegel. En su día no faltaron los elogios a esa novela. El ahora reverendísimo señor Schleiermacher publicó a la sazón cartas desbordantes de entusiasmo sobre Lucinda.



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