En los mares del sur by Robert Louis Stevenson

En los mares del sur by Robert Louis Stevenson

autor:Robert Louis Stevenson [Stevenson, Robert Louis]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 1896-01-01T00:00:00+00:00


Hay aún otra secta, o algo a lo que se llama secta —sin duda impropiamente—: la de los Whistlers[69]. Duncan Cameron, tan claramente en favor de los mormones, no fue menos ruidoso en la condenación de los Whistlers. Sin embargo, no sé; todavía me imagino que hay alguna conexión, quizá fortuita, probablemente rechazada. Aquí al menos hay algunos actos en la casa de un clérigo israelita (o profeta) en la isla de Anaa, de los que estoy completamente seguro que Duncan renegaría, y que los Whistlers aclamarían como una imitación de los suyos propios. Mi informante, un tahitiano católico, ocupaba una parte de la casa; el profeta y su familia vivían en la otra. Noche tras noche, los mormones celebraban en un extremo su oficio, de canciones de la tarde; noche tras noche, en el otro, la mujer del tahitiano yacía despierta y escuchaba sus cantos con asombro. Al fin, no pudo contenerse ya más, despertó a su marido y le preguntó qué oía. «Oigo varias personas cantando himnos», dijo él. «Sí», contestó, «¡pero escucha de nuevo! ¿No oyes algo sobrenatural?». Afinada así su atención, oyó una extraña voz, zumbadora —y, sin embargo, declaró que era hermosa— que en aquel instante acompañaba a los cantantes. Al día siguiente hizo averiguaciones. «Es un espíritu», le dijo el profeta, con completa simplicidad, «que últimamente ha tomado la costumbre de unirse a nosotros en el culto familiar». No parece ser que la cosa fuera visible, y, lo mismo que otros espíritus surgidos más cerca de la patria en estos días degenerados, era rústicamente ignorante, al principio sólo podía zumbar y tan sólo últimamente había aprendido a tomar parte en la música coral con corrección.

Las actuaciones de los Whistlers son más sistemáticas. Sus reuniones se celebran públicamente a puerta abierta, siendo todos «cordialmente invitados a asistir». Los fieles se sientan por la habitación —según se me dice— tan pronto cantando como silbando; el líder, el hechicero —digamos más bien, el médium— se sienta en el medio, envuelto en una sábana y en silencio; y en seguida, justo por encima de su cabeza, o algunas veces de en medio del tejado, emana un silbido etéreo, aterrador para los noveles. Esto, parece ser, es el lenguaje de los muertos; uno de los expertos toma progresivamente su significado, escribiendo, me dijeron, «tan rápido como un telegrafista»; y las comunicaciones se hacen al fin públicas. Son de las más desabrida trivialidad; quizá se anuncia una goleta, se informa de algún fútil chismorreo de un vecino, o, si se ha llamado al espíritu para consulta en un caso de enfermedad, puede sugerir un remedio. Uno de éstos, inmersión en agua casi hirviendo, resultó ser fatal para el paciente. El asunto entero es funesto, muy tonto y muy europeo: no tiene nada de las cualidades pintorescas de conjuros similares en Nueva Zelanda; parece no poseer el meollo de sentido posible, como algunas que describiré entre los isleños de las Gilbert. Sin embargo, me dijeron que muchos nativos intrépidos e inteligentes eran Whistlers inveterados.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.