El virus del tulipán by Daniëlle Hermans

El virus del tulipán by Daniëlle Hermans

autor:Daniëlle Hermans [Hermans, Daniëlle]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2007-12-31T16:00:00+00:00


29

El olor de pan recién hecho, ajo y cebollas asadas flotaba en el pasillo y se coló por sus fosas nasales.

Alec sonrió.

—¿La señora Sartori?

Damian asintió y Alec se fue derecho a la cocina. La mujer tenía sus anchas espaldas vueltas hacia él y removía algo en una sartén. Cuando Alec entró, ella se giró. La salsa de tomate de la cuchara cayó al suelo. La mujer soltó un grito, dejó la cuchara en la encimera, se secó las manos en el paño de cocina que tenía sobre el hombro y fue hacia Alec con los brazos abiertos.

—Querido Alec, ¿cómo estás?

Lo abrazó por la cintura y lo estrechó con fuerza contra sí. Luego se lo quedó mirando y le cogió los brazos.

—Piensa una cosa, Alessandro, piensa cómo lo hacemos los italianos: algún día os reuniréis de nuevo, algún día, en un mundo mejor que éste.

Alec tragó saliva.

—Así es, lo tendré presente.

—Muy bien. Y ahora, vamos a comer. La comida es buena para el alma. Cura todas las heridas.

—¿Dónde está Emma?

—Se ha ido a comer con una amiga. Está buena si cree que ahí le van a dar mejor comida que aquí. Pero si quiere malgastar su dinero, ¿quién se lo va impedir? No seré yo. Sentaos, sentaos.

Había un mantel blanco en un extremo de la larga mesa, puesta para dos personas. Empujó a Alec hacia la mesa y lo sentó en una silla.

—¿Dónde se habrá metido ahora Damian? Espera, voy a llamarlo. ¡Damiaaan! Mangiare! Pronto! —Su voz resonó por toda la casa.

Hora y media más tarde, subieron la pesada maleta y la dejaron caer encima de la mesa de la cocina.

—Ya está —dijo Damian mientras esparcía con cuidado el contenido por el tablero.

Lo llenó todo de papeles: cartas, invitaciones, tarjetas, recortes de periódico, apuntes escritos a mano y mensajes de correo electrónico impresos. Alec y Damian cogieron un fajo de papeles cada uno y empezaron a ojearlo. Durante un buen rato el único sonido que se oía en la cocina fue el suave rozamiento y el crujido de los papeles.

—Vaya faena. Todo está mezclado —dijo Damian—. ¿Has encontrado algo?

—¡Qué desorden! Quizá deberíamos primero agruparlo todo por fechas, al menos por años.

—Sería útil. En cualquier caso sabemos en lo que tenemos que fijarnos. En cuanto encontremos algo relacionado con los tulipanes o el siglo XVII…

—… o esas escapadas al lago de Como. De momento son las únicas posibilidades, ¿no?

—Yo diría que sí.

Trabajaron en silencio hasta que Damian lo rompió.

—Creo que guardó para ti todas sus cosas a partir de 2002. No hay ningún papel más antiguo.

—Damian, mira esto —dijo Alec levantando una de las pilas de papel—. Fíjate en la cantidad de información que llegó a acumular. ¿Por qué habría de guardar todo esto?

—No parece haber un criterio —señaló Damian mientras le echaba un vistazo—. Universidades, industria farmacéutica, institutos botánicos, laboratorios, pruebas de ADN: hay un poco de todo.

—Lo pondremos aparte y volveremos a repasarlos un poco más tarde.

—¿Sabes lo que me llama la atención? —comentó Alec al cabo de un rato—. Esas cartas.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.