El juego de la reina by Elizabeth Fremantle

El juego de la reina by Elizabeth Fremantle

autor:Elizabeth Fremantle [Fremantle, Elizabeth]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2012-01-01T00:00:00+00:00


* * *

Catalina y el resto de la familia han hecho barquitos de papel y los echan al agua del foso para ver cuál de ellos permanece más tiempo a flote, ingeniándoselas para que el de Eduardo quede siempre ganador. Desde muy corta edad, el príncipe ha aprendido que el mundo conspira mágicamente a su favor. A fin de cuentas, algún día será el rey y así es como funcionan las cosas para los reyes. Septiembre está llegando a su fin y, después de unos días de incesante lluvia, por fin ha amanecido uno de esos brillantes y frescos días otoñales en los que los colores de cuanto los rodea parecen más intensos. Van muy bien abrigados contra el frío, con pieles que Catalina ha mandado que les envíen desde Londres. Esta mañana ha despachado muy pronto sus cartas para el Consejo. Desde que llegó la noticia de la victoria del rey no ha habido que tomar ninguna decisión importante, y Catalina siente cómo el poder que ha ejercido hasta ese momento se le escapa de las manos ante el inminente retorno de Enrique.

Se prepara mentalmente para reunirse de nuevo con su marido. Después de meses en la guerra, Enrique volverá ardiente de deseo. Catalina intenta no pensar en ello: se limitará a cumplir con sus deberes conyugales, aunque la mera idea hace que se le revuelva el estómago. Tal vez el esfuerzo de la campaña militar lo haya dejado exhausto e incapacitado.

En ese momento se fija en que Meg está sentada a solas en un banco de piedra, blanca como una estatua, leyendo. Huicke ha tenido que retrasar su llegada, pero en cualquier caso la joven parece encontrarse mejor.

Es Meg quien oye primero los caballos.

—¡Se acerca un emisario! —grita, y todos se levantan para mirar hacia el puente del foso, donde ven aproximarse a un grupo de jinetes con el estandarte real ondeando sobre ellos.

«Ya está —se dice Catalina—. Vienen a anunciar que el rey ha vuelto».

Frenan sus monturas en seco cuando ven que la reina está plantada ante ellos, y se apresuran a desmontar y a hincar la rodilla en el suelo. Tras el intercambio de formalidades de rigor, le entregan una carta. Enrique quiere que se reúnan en Otford. Deberá ir sola sin los hijos, únicamente acompañada por Dot para servirla. Catalina no conoce Otford, pero cree que antiguamente perteneció a Cranmer y que no es una de las grandes casas señoriales. Es un lugar más bien modesto —⁠más íntimo, sospecha⁠—, lo cual es indicativo del estado de ánimo del rey.

Catalina debe armarse de valor una vez más y convertirse en la esposa diligente, debe invocar un deseo fingido para complacer a su marido. A veces se siente poco mejor que una de esas rameras de Southwark, con todas las acrobacias que debe realizar para excitar a su esposo…, solo que sus actos están aprobados por Dios.

Y, piensa amargamente, las recompensas son mayores.



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