El hechizo del agua by Florencia Bonelli

El hechizo del agua by Florencia Bonelli

autor:Florencia Bonelli [Bonelli, Florencia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-04-06T00:00:00+00:00


* * *

Brenda encontró a Ximena en la cocina; preparaba algo rápido para la cena. Se sentó junto a la isla y la observó revolver la pasta.

—¿Diego se quedó bien?

—Más o menos —admitió Brenda—. Se siente en culpa con vos. Y con papá —agregó.

—Pero cuando le pregunté si te dejaría en caso de que se lo pidiese puso una cara que expresaba lo contrario. A ver —coligió Ximena—, no dudo de que se siente en falta con la memoria de tu padre y conmigo, pero te aseguro que ese sentimiento es nada en comparación con el amor que te tiene.

—Nunca me habló de amor, ma —puntualizó Brenda—. Nunca me dijo que me amaba.

—Diego nunca expresa lo que verdaderamente siente, hija. Lo importante lo guarda bajo siete llaves. Ha sido así la vida entera. Desde chiquito había que sacarle las cosas con tirabuzón. A veces se sentía mal, le dolía la panza, incluso tenía fiebre, y no decía nada.

La sofocó un sentimiento arrollador y se le nubló la vista. Max abandonó la alfombrita y se paró en dos patas sobre sus piernas. Gañó y le olfateó el rostro. Brenda lo aferró por el collar y lo besó.

—¿Estás enojada porque no te conté que Diego y yo estamos juntos?

—No —contestó Ximena tras una pausa—. Desilusionada sí; enojada no. De todos modos comprendí tu decisión de mantenerme al margen.

—¿Y qué hay con eso de que Diego tiene una gran capacidad destructiva y que vos querías preservarme de ella?

—¿Qué querés saber realmente? —indagó Ximena—. ¿Si todavía creo que Diego tiene una gran capacidad destructiva o si me interpondré entre ustedes para alejarte de él a causa de eso?

—Creo que quiero saber las dos cosas —aceptó Brenda.

—Diego es adicto a la cocaína y al alcohol, hija, y eso es algo con lo que tendrá que lidiar la vida entera, por lo que, sí, creo que todavía habita en él una gran capacidad destructiva. En cuanto a si te impediré estar a su lado, me conocés demasiado para saber que no lo haré. Intenté mantenerte lejos de él desde 2011, pero ya ves, fue inútil. Como dije en lo de Diego, el destino siempre se abre camino.

Brenda saltó del taburete y rodeó la cintura de su madre por detrás. Apoyó la mejilla en su espalda.

—Te amo, ma. Con todo mi corazón.

—Y yo a vos, amor mío.

Max, que se había mantenido pegado a Brenda, salió corriendo hacia la puerta principal.

—Está por llegar tu hermano —anunció Ximena.

—¿Cómo te enteraste de lo que pasó ayer entre Diego y Lautaro?

—Camila me llamó para contarme. Estaba preocupada porque no atendías el celular. Me llamó y me contó cómo fueron las cosas.

—Cami fue lo más. Me defendió y consiguió que Lautaro me devolviera las llaves porque no me dejaba salir.

Ximena, con una seriedad inusual, asintió y siguió ocupándose de la cena. Minutos más tarde oyeron el ruido de la cerradura y la puerta que se abría. Lautaro se detuvo bajo el umbral de la cocina. Sostuvo la mirada de Brenda, que se cruzó de brazos y lo contempló con desdén; en ese momento lo odiaba.



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