El club de los portaféretros by Paul Tremblay

El club de los portaféretros by Paul Tremblay

autor:Paul Tremblay [Tremblay, Paul]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-07-05T00:00:00+00:00


Entrevista(do) con (por) el vampiro

[Mira, yo ya…]

Hábleme de su currículo académico, señor Barbara, y tenga la bondad de incluir cualquier actividad extraescolar que usted considere digna de mención. [No podrías ser más redicho.]

—Me licencié en matemáticas con la idea de convertirme en profesor de secundaria, aunque no sabría explicar por qué elegí ese camino después de haberme pasado tanto tiempo intentando escapar del instituto por todos los medios. Quizá se deba a mi déficit de visión ocupacional; se me daban bien los números y no lograba imaginarme otro empleo que pudiera desempeñar un matemático. Es posible que mi decisión fuera un acto de sabotaje contra mí mismo o la manifestación de mi baja autoestima. ¡Hay donde elegir! En cualquier otra parte hacía amigos sin dificultad y en la facultad fui partícipe de la experiencia completa de excesos universitarios. No pretendo restarle importancia a este hecho. Me ayudó a florecer [Te estás llamando capullo tú solo]. en más de un sentido.

»Por primera vez podía ser yo mismo en un contexto social generalizado, más amplio, o al menos más yo, o el yo que los demás querían ver, el yo que me apetecía cultivar, el yo que siempre iba con chupa de cuero sin importar la estación del año ni la temperatura que hiciese. Además, sí, me sentía a salvo en la universidad, más de lo que me sentí nunca en el instituto. El primer año me uní a WDOM, la emisora del campus. Mis primeros encargos incluían la coordinación a distancia de los partidos de hockey que retransmitíamos y muchos madrugones para organizar especiales de música clásica. Más o menos al mismo tiempo que me incorporé a la emisora, empecé a quedar con un chico que se llamaba Brian. Era de Long Island y le gustaban más XTC y los Replacements que los grupos más punkis y heavies por los que yo sentía debilidad, pero teníamos un trasfondo musical en común. Además, tocaba la guitarra y no lo hacía mal. Le di la tabarra hasta que me enseñó unos cuantos acordes. Aunque distaba de poseer un talento innato, a mis largos dedos de braquiosaurio no les costaba nada contorsionarse sobre los trastes. Aquel verano eché un montón de horas en la fábrica de United Shoe, cargando y descargando camiones, apilando palés de madera o barriendo los suelos, y también me pasé varios días controlando el transbordo de materiales en las cadenas de producción. Con mi segunda paga me compré una Gibson SE negra de segunda mano y un diminuto amplificador rojo que sonaba como si alguien estuviera pasando un rallador de queso por las vías del tren. Cuando no estaba currando, me encerraba en mi habitación y me dedicaba a jugar al Tetris en la Nintendo o a tocar la guitarra. Cuando adquirí la fuerza necesaria en la mano izquierda para formar los acordes con cejilla, me las ingenié para aprender a tocar los dos primeros álbumes de los Ramones casi enteros. El segundo año me ofrecí como coordinador de actividades en la residencia para pagar la matrícula.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.