El bloque by Jérôme Leroy

El bloque by Jérôme Leroy

autor:Jérôme Leroy [Leroy, Jérôme]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2011-01-01T00:00:00+00:00


Al cabo de diez minutos vimos recortarse en el cielo estrellado los cipreses que señalaban la salida del yacimiento arqueológico.

Volvimos a trepar por la verja. En la oscuridad flotaba un olor a lavanda.

Seguimos un sendero y llegamos a la carretera que subía hasta la explanada del Mont-Lancre. Solo que estábamos cuatrocientos metros más abajo, escondidos por el declive, detrás de los manifestantes anarcos.

—¿Todos listos? —Oí que se bajaban las viseras y sacaban las tonfas de los cinturones. Formamos dos líneas—. Vamos allá —dije.

Echamos a correr, acelerando a medida que la carretera se acercaba a la explanada.

Yo solo oía la respiración regular de los chicos y los chasquidos de las botas en el asfalto.

Pensé en los espartanos, en las cargas de Leónidas en el desfiladero de las Termópilas.

Oímos los primeros clamores de los SAAB antes de ver las luces de la carpa, que formaban un halo en la oscuridad.

Caímos sobre ellos por la espalda.

Gritando y a toda velocidad.

Efecto sorpresa máximo.

Hicimos una escabechina.

Antes de que pudieran reaccionar, la mitad estaban fuera de combate. Los rociábamos con las Goliath a corta distancia, les rompíamos la mandíbula con la tonfa y hacíamos volar por los aires sus cascos de motorista. Atravesamos sus filas como si fueran mantequilla y llegamos frente a la línea de los antidisturbios.

—¿Qué coño es esto?, —ladró uno de sus mandos, furioso—. ¿Quiénes sois vosotros? ¿Qué son esos putos uniformes?

El comisario de paisano que los mandaba ya lo había comprendido:

—¡Esto es inadmisible! ¿Me oyen? ¡Absolutamente inadmisible! ¡Son una auténtica milicia! ¡Haré un informe, maldita sea, les…!

Pero no pudo seguir gritando.

Los SAAB, rabiosos y convencidos de que habían recibido una carga de los antidisturbios, atacaban para vengarse.

Como yo había ordenado, esta vez dejamos que los antidisturbios se las apañaran: no tuvieron más remedio que espabilar y responder. Y regresamos a la carpa por la entrada trasera en un visto y no visto, aunque un periodista de mierda de Sud Matin nos hizo dos o tres fotos, que no conseguí quitarle.

Por supuesto, al día siguiente el escándalo del mitin de Lancrezanne estaba en las portadas de todos los periódicos y los telediarios. Algunos pedían la disolución pura y dura de los GPP en tanto que grupo faccioso. Los sindicatos de policías, incluso los de derechas, estaban indignados ante la confusión propiciada deliberadamente por un gran partido entre su propio servicio de orden y las fuerzas del orden, manifiesta en la utilización de equipo y uniformes similares.

Luego la polémica se diluyó, porque los medios cambiaron de tema cuando el candidato socialista soltó aquella gilipollez sobre el saliente de la derecha, al que llamó «trilero senil», para luego pedir disculpas.

Yo lo único que veía era que, contando los heridos ocasionados por la carga de mi horda salvaje y la de los antidisturbios, que tuvieron que actuar les gustara o no, y sumándoles las detenciones que hubo después, había borrado del mapa a los SAAB de Lancrezanne y a buena parte de sus coleguitas activos en los departamentos del Gran Sur.

Y, de pronto, estar en este



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