El asesino del tarot by José Ignacio Velasco Montes

autor:José Ignacio Velasco Montes
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial, Intriga
publicado: 2014-11-13T23:00:00+00:00

13… Primeras pistas

Cuando han pasado dos días sin que Merche aparezca por la cafetería, los compañeros y el dueño se preocupan. La conocen hace tiempo y saben de su seriedad. Eloisa, que es la única que sabe algo, pues la sustituyó, la vuelve a llamar por teléfono, pero escucha la lejana señal de que suena, pero nadie responde, por lo que, como no le encaja lo que ocurre, llama a la policía al tiempo que coge un taxi que la lleve al apartamento de su amiga. La petición de hace dos noches, y la mínima explicación que le dio le parecieron poco adecuadas, pues era una salida a cenar con un completo desconocido, lo que, ahora que lo piensa, era una clara exposición a un posible peligro.

Cuando sube al piso y llama a la puerta, sin obtener respuesta, percibe un olor extraño, que no sabe definir y se da cuenta que se está angustiando; el corazón le late más deprisa y nota un sudor frío en axilas, espalda, palmas de las manos y otros sitios. El sonido de una sirena que llega hasta la zona de la calle y se silencia en la puerta del edificio, le aumenta la ansiedad aún más.

El ascensor se detiene y salen tres policías de uniforme.

—¡Por fin han llegado!

—¿Usted quién es?

—Soy la que les ha llamado. Mi amiga lleva más de dos días desaparecida. Hay algo raro. Tengo la seguridad de que le ha pasado algo. Es una muchacha muy tranquila, sin vicios, y su vida se limita a su trabajo y a estudiar. Pero hace dos tardes me llamó que la cubriera en la cafetería, pues salía a cenar con un hombre que le caía bien y le parecía serio.

—¿Salía con hombres y se acostaba con ellos?

—¡OH, no! Era muy seria, ni siquiera ha tenido un novio. Es la primera vez que sale con alguien, lo que me indica que tenía que ser alguien con muy buena presencia, serio, y muy agradable y educado, y desde luego nunca un pedorro de cafetería, de esos que siempre se están insinuando con nosotras y no les hacemos el menor caso.

Mientras hablan los policías llaman a la puerta sin obtener resultados. Uno de ellos comenta.

—Huele a algo, pero no es a comida. No me gusta.

Otro llama por el Walkie Talkie, solicitando instrucciones.

—Me dicen que entremos. Y les pongamos al corriente de lo que encontremos.

Saca una carpetilla de cuero que abre y de su interior extrae unos flejes y punzones; enreda un momento y la puerta se abre.

—Ni entre ni se vaya. Saldremos enseguida.

Momentos después, desde la puerta, Eloisa escucha la llamada de alarma del policía indicando que es un nuevo caso del asesino del Tarot.

—Lo siento. Tiene que quedarse aquí para hablar con el comisario. Su amiga ha sido asesinada, y lo que nos pueda decir es muy importante. Y no puede entrar a verla, al igual que nosotros, pues podemos contaminar el escenario del crimen. Ellos llegarán en un momento, quédese tranquila, ya no hay nada

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