Divas rebeldes by Cristina Morato

Divas rebeldes by Cristina Morato

autor:Cristina Morato
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: prose_contemporary
ISBN: 9788401390999
editor: www.papyrefb2.net


AIRES DE GRANDEZA

El 24 de febrero de 1946, el general Juan Domingo Perón fue elegido presidente por un período de seis años. Evita, a sus veintiséis años, se convertía en la primera dama del país. Dispuesta a representar bien su papel y a estar a la altura de las circunstancias, se apresuró a elegir un vestido adecuado para la toma de posesión de su esposo. El 4 de junio, en el majestuoso Salón Blanco de la Casa Rosada, la señora María Eva Duarte de Perón lució un atrevido vestido gris de seda, con un hombro al descubierto, que ruborizó a su compañero de mesa, el cardenal Copello. Desde el primer momento, la clase alta argentina la acusaría de vestirse de manera vulgar como una estrella de cine y no con la discreción que se espera de la esposa de un presidente. Pero la gente sencilla del pueblo no opinaba lo mismo. Les gustaba el aspecto despampanante de Evita, las llamativas joyas que lucía y los lujosos vestidos que resaltaban su esbelta silueta. Solía llevar tacones altos, enormes pamelas y recargados peinados que sus entregadas seguidoras imitaban. Las jóvenes se teñían el cabello de rubio como ella y pedían a sus peluqueros «el moño en forma de rodete de Evita». Su foto aparecía en todos los rincones del país, desde la más humilde chabola hasta el balcón de la Casa Rosada. Su popularidad llego a ser tan grande que las niñas nacidas en las provincias del norte del país se llamaban con preferencia Eva o María Eva.

Evita iba a romper muchos moldes en un país donde se consideraba de mal gusto y «poco femenino» que una mujer se ocupara de asuntos políticos. Desde el principio tuvo muy claro que su papel no sería el de simple consorte y que trabajaría activamente junto a Perón: «Hubiera podido ser esposa del presidente como las otras. Era una labor fácil y agradable: sólo ocupada en organizar recepciones, recibir homenajes y someterme al protocolo… Los que me conocen desde que era una simple colegiala saben bien que yo nunca hubiera podido desempeñar ese ridículo papel. Además, mi marido no era sólo el más importante dignatario de Argentina, sino el jefe de su pueblo. Como él, yo también tenía un doble papel. Por una parte, era Eva Perón, la esposa del presidente, la que ofrecía brillantes recepciones y presidía las noches de gala. Por otra, yo era Evita, en la que el pueblo había puesto todas sus esperanzas…». En sus primeros discursos como primera dama alentó al público a que la llamara Evita, en un país donde los apodos sólo son utilizados por los amigos más íntimos.

Muchas cosas iban a cambiar en la vida de Eva Perón en aquel año de 1946. Su vivienda, antaño una cabaña de adobe y tejas en Los Toldos, era ahora la más lujosa residencia del país, el palacio Unzué. Esta fastuosa mansión del siglo XIX, situada en el exclusivo barrio de Palermo, contaba con 283 habitaciones y una magnífica escalinata de mármol con baranda de hierro forjado.



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