Discursos II by Libanio

Discursos II by Libanio

autor:Libanio [Libanio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 0380-01-01T00:00:00+00:00


XLV

AL EMPERADOR, SOBRE LOS PRISIONEROS

INTRODUCCIÓN

Si la datación del Pro templis ha originado notables discrepancias entre los eruditos, en el caso del Disc. XLV el acuerdo ha sido unánime, pues ha sido fechado con toda seguridad en el 386, año en que Tisámeno, aludido y criticado en la obra, ejercía como consularis Syriae[1]. Por consiguiente, debió de ser contemporáneo del Pro templis, si aceptamos la propuesta de P. Petit, y tendría en común con aquél el clima de inestabilidad de culminó con la Revuelta de las Estatuas del 387.

El Disc. XLV es un magnífico ejemplo de la cruzada que nuestro orador emprende en época teodosiana contra la injusticia y la opresión de los poderosos sobre los más pobres e indefensos. Como el profesor López Eire ha señalado[2], la mayor parte de los discursos que el sofista dirige al monarca son escritos de denuncia: abusos al campesinado (Disc. L), a la curia por parte de funcionarios imperiales (Disc. XXVIII), corrupción en el cobro de impuestos (Disc. XLVI), tráfico de influencias (Disc. LI), destrucción ilegal de los templos (Disc. XXX), etc.

En este contexto, el Disc. XLV denuncia la deplorable situación de los presos en las cárceles y su abandono por parte de las autoridades, tema ya tratado en otro discurso contemporáneo, el Disc. XXXIII, Al emperador Teodosio, contra Tisámeno. P. Petit[3] ha subrayado el hecho de que, en los discursos de época teodosiana, nuestro orador escribiera parejas de discursos sobre un mismo asunto (Disc. XXVII y XXVIII; XLVIII y XLIX; LI y LII; XXXIII y XLV). Sin embargo, se trataría en su mayor parte de falsos dobletes, ya que el objetivo de cada discurso sería diferente. En este caso, mientras que el Disc. XXXIII, con sus violentos ataques al cristiano Tisámeno, fue concebido para una difusión reducida, el Disc. XLV, por el contrario, presenta el problema desde una perspectiva más general y los ataques ad hominem son más discretos. Por consiguiente, no es de extrañar que nuestro discurso tuviera como objetivo su difusión en la corte de Teodosio, donde el antioqueno contaba con buenos aliados, como los paganos Ricomeres o Taciano, que no podían ver con buenos ojos el creciente poder de un extremista cristiano como Cinegio. Incluso nuestro orador mantuvo esporádicos contactos epistolares con el propio Emperador, por lo que no se podría descartar que le enviase algunas de sus producciones en los últimos años de su vida[4].

Para Libanio, la situación de los presos en Antioquía era completamente insostenible, y la culpa era de un solo hombre, el gobernador provincial, Tisámeno, que dejaba de lado sus funciones judiciales en favor de otra de sus misiones vitales: la supervisión de la recaudación del impuesto (phóros). Esta dejadez en sus funciones traía como grave consecuencia la masificación de los presos preventivos en la cárcel. La situación se veía agravada por la venalidad y el oportunismo de Tisámeno, quien, por una parte, aceptaba encarcelar sin pruebas a los más pobres cuando la acusación provenía de algún poderoso, y, por otra, perdía un tiempo precioso asistiendo



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