Diario I (1931 - 1934) by Anais Nin

Diario I (1931 - 1934) by Anais Nin

autor:Anais Nin
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Narrativa Varios
ISBN: 84-02-07719-6
editor: www.papyrefb2.net
publicado: 1980-12-31T23:00:00+00:00


He conocido a Zadkine, el escultor que talla en madera. Fuimos a su casita, situada detrás de un bloque j de pisos en la calle de Assas. Hay allí dos casitas sepa- | radas por un jardín. En una vive con su mujer, que es rusa. En la otra están sus esculturas. Hay tantas que i parecen un bosque, como si hubieran crecido árboles en la casa y el los hubiera ido esculpiendo y convirtiéndolos en un bosque de cuerpos, rostros, animales. Las diferentes clases de madera, su textura, sus matices, su j diversa densidad os dan la impresión de que el árbol aún está vivo en gran parte. Mujeres talladas en bambú, esclavos en una esclavitud sin alegría, el rostro cortado en dos por el cincel del escultor, con dos perfiles separados para siempre, con dos rostros para la eternidad. Figuras truncadas, irregulares, en maderas veteadas, vulnerables, fragmentos de cuerpos, troncos sin brazos ni cabeza. De noche, cuando no está en su estudio, ¿se inclinan, sollozan, tiemblan esos árboles, nostálgicos de sus hojas? ¿Se lamentan por las transmutaciones que han experimentado?

En medio de esas figuras, Zadkine, pequeño, de piel rosada, con cara redonda como la de un muchacho y cabello hirsuto, siempre con su sonrisa, bromeando maliciosamente.

Sus ademanes cortos, rápidos, su expresión irónica, maliciosa, y sus mejillas coloradas le dan un cierto aire de payaso guapo, de mono guapo. Su humor y su alegría son fuertes, teñidos de filosofía, y dice alegremente cosas tan profundas, sus esculturas son tan pesadas y obsesionantes, que en vano se buscará una relación inmediata entre su arte y su alegría, entre la madera contorsionada y sus travesuras infantiles. Porque esculpe prisiones y hombres encadenados, pero él ríe dentro de ellas, como si formaran parte de un juego.

Lleva un traje de pana, y una corbata de lana de color anaranjado; una se lo imagina a la entrada de una granja, enrojecido por el vino. ¿Cómo pudo el arte abstracto atraer a este juguetón ruso que tendría que estar desafiando las nevadas con un gorro de piel que le tapara las rojas orejas, y gritando a sus caballos como grita en el restaurante cuando pide la comida?

- Quiero verla más a menudo -dice cuando me voy.



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