Cuatro lunas con Laura by Roque Gámbaro Royo

autor:Roque Gámbaro Royo [Royo, Roque Gámbaro]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Punto Rojo Libros S.L.
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00

―No te preocupes hijo, actuaré prudentemente, te dejaré ser quien se lo diga, tan pronto como llegue te llamará.

Transcurrió la mañana sin recibir su ansiada llamada, lo cual me dejó un poco sorprendido, tanto como el hecho de no haberse puesto en contacto conmigo los dos días anteriores, algo no estaba marchando bien, nada agradable podría estar ocurriéndole, desde nuestro reencuentro nunca se comportó así. Por la tarde, volví a llamarla siendo Isabel quien descolgó el teléfono contestando quizás con cierta preocupación.

―¿Qué tal, cómo estás?, verás mi hermana se ha acostado un rato, hace dos o tres días que no se encuentra muy bien, cuando se levante te contesta, mama ha comentado tu llamada anterior pero, ya te digo anda fastidiada.

―Pero mujer, ¿qué le ocurre?

―Tranquilo, nada grave, la pobre lleva unos días con desarreglos, molestias, lo normal en nosotras ya sabes; no debes preocuparte, de verdad nada importante, verás como todo se arregla, luego te llama. Un beso.

―Vale, dile que he de comunicarle una muy buena noticia, dale un beso de mi parte, que descanse y no se preocupe, la llamaré mañana.

A pesar de la explicación, no era fácil quedar tranquilo, debería esperar. Sin duda Laura debió estar escuchando los comentarios de su hermana, pensando quizás cual pudiera ser mi preocupación; y digo esto porque no pasaron cinco minutos sin devolverme la llamada; desde luego con voz tenue, como si no tuviese ganas de hablar; por ello imagine que algo nada normal le podía ocurrir; mi adorable novia no había tenido un comportamiento así debido a motivos tan exclusivamente femeninos. Cuando sonó por segunda vez el teléfono descolgué, sin darme tiempo a preguntar, me dijo:

―Hola, ¿qué haces mi amor?

―Laura me tienes preocupado, ¿te ocurre algo? ¿cuál es el problema?

―Nada cariño, contigo no puedo tener ninguno.

―Me alegro pero, esa indisposición me tiene preocupado; hace unos días te encuentro algo rara, no estamos para disgustos. Esta mañana llegó la comunicación del Ministerio, el quince de octubre, comenzaré a trabajar de nuevo en Madrid, me han concedido la comisión de servicio. ¿Qué te parece?

Se produjo un breve silencio, no excesivo, a continuación sus lágrimas de alegría se dejaban sentir a través del teléfono, no quería imaginar cosa distinta a pesar de que por mi mente pasaron en un segundo pensamientos de todo tipo; la pobre criatura no podía responder, continuaba llorando.

―Laura, por Dios, ¿qué sucede? haz el favor de continuar siendo esa encantadora mujer que siempre conocí, dime algo, explícate.

Con voz quebrada, casi imperceptible al oído, contestó:

―Mi vida, necesitaba escuchar esta noticia, perdóname, no podemos seguir hablando, enseguida volveré a llamarte desde una cabina. Te quiero, mi amor, te quiero a morir.

―Escucha mujer, no encontrándote bien lo correcto es que te quedes en casa, déjalo estar, te llamaré mañana.

―Olvídate, necesito hablar contigo, dame solo cinco minutos.

Colgó el teléfono dejándome completamente confundido a pesar de su manifestación de amor; no entendía nada, mi cabeza era pura confusión. ¿Qué podía estar sucediendo? ¿Cuál era la causa de no poder seguir hablando conmigo desde su casa

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