Cruising Las Vegas by Radclyffe & Karin Kallmaker

Cruising Las Vegas by Radclyffe & Karin Kallmaker

autor:Radclyffe & Karin Kallmaker [Kallmaker, Karin]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Erótico-Lésbico
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


—¿Mucho?

—Muchísimo.

Gemí un poco, sin poder evitarlo. No me faltaba más que una pasada o dos

sobre aquel punto tan especial. Lo necesitaba... dios, cómo lo necesitaba.

Debí de decirlo en voz alta porque ella rio, sus manos pasaron de mis

hombros a mis pechos y comenzó a apretarlos.

—Adelante, córrete. Yo voy también —sus dedos se estremecían sobre

mis pezones, y apenas pude descifrar sus murmullos—. Enseguida. Te

empaparé toda.

Ella me penetraba, yo la penetraba a ella, y ya no pude más y exploté.

Noté cómo me estallaba el clítoris, el vientre se contrajo, las caderas

saltaron por sí solas y yo grité. Seguí embistiéndola mientras reventaba por

dentro, ella se enderezó y gritó contra el techo, y supe que ya no estaba

reprimiendo nada.

Cuando mi cuerpo dejó de contorsionarse quedé yerta, y ella se dejó caer

sobre mí. Poco después noté que me había soltado las muñecas y pude

abrazarla. El consolador seguía dentro de ambas, y se movía adelante y atrás

en mi interior mientras ella gemía y frotaba los pechos y el vientre contra

mí. La presión hacía que mi clítoris siguiese duro, pero era ella la que seguía

al borde.

—Qué gusto —gimió.

Agarré su culo y comencé a empujarme contra ella de nuevo mientras

repetía lo que me había dicho antes.

—Quieres correrte, ¿verdad?

—Sí —gimió contra mi cuello—. Oh, sí. Y voy a hacerlo. Ahora. Ahora.

Se estremeció entre mis brazos mientras sus caderas danzaban sobre la

verga que nos unía, y al oír su grito de orgasmo contra mi garganta me

disparé como un cohete. Cuando acabé de correrme estaba casi convencida

de que nunca más volvería a andar, porque todos los músculos de mi cuerpo

se habían convertido en gelatina.

—Me encanta cómo me follas —conseguí decir con voz ronca.

Ella se echó a reír y hundió el rostro contra mi hombro.

—Lo mismo digo.

—¿Puedes quedarte a pasar la noche?

Ella asintió sin decir nada.

—¿Hay alguien a quien tengas que llamar, o algo que deba yo...?

—No —dijo besándome—. Lo único que tú tienes que hacer es prepararte

para correrte de nuevo. Porque a todo lo demás invita la casa.

Apuesta a ciegas

Radclyffe

—Esto no es lo que yo esperaba al firmar el contrato —musitó Ari Bianchi

mientras contemplaba cómo una mujer desnuda apartaba la colcha y las

sábanas de una cama extragrande, disponiéndolas en perfecta diagonal de

arriba abajo, como un sobre a medio abrir.

Cuando se tendió sobre las limpias y planchadas sábanas, el espacio que

había junto a ella siguió cerrado, como dejando claro que la compañía no era

bienvenida. Ari reconoció el patrón porque llevaba las tres últimas noches

observando exactamente lo mismo. Aunque la imagen del monitor era en

blanco y negro, la cosa estaba clara como el agua. Si había algo que dar por

descontado en un casino era un equipo de vigilancia de primera categoría.

Cuando entró en el servicio de seguridad del Palace, tras decidir que algún

tipo de servicio activo —qué demonios, cualquier actividad— sería mejor

que trabajar como poli de oficina, no tenía pensado pasarse las horas

espiando a los huéspedes. No le importaba vigilar las mesas buscando

jugadores que ganasen a la casa demasiado a menudo o escoltar a borrachos

o clientes beligerantes de regreso a la avenida principal,



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.