Bill Bryson - Historias De Un Gran Pais by Autor desconocido

Bill Bryson - Historias De Un Gran Pais by Autor desconocido

autor:Autor desconocido
La lengua: spa
Format: epub


Acentos en extinción

Conocemos a un hombre llamado Walt que a veces se acerca por casa para hacer alguna faena de carpintería. Walt parece tener 112 años pero es un hacha con la sierra y el martillo. Lleva por lo menos cincuenta años trabajando como carpintero por esta zona.

Walt vive en Vermont, al otro lado del río Connecdcut, justo enfrente de nuestra pequeña ciudad, y es un auténtico nativo de Nueva Inglaterra, honesto y laborioso, y de naturaleza poco dada a malgastar palabras, tiempo y dinero. Cuando habla, Walt lo hace como si hubiera oído que algún día le llegará una factura al respecto. Y, sobre todo, como buen originario de Nueva Inglaterra, acostumbra a levantarse muy temprano por las mañanas. La verdad es que a la gente de por aquí le gusta levantarse muy temprano. Tenemos unos amigos ingleses de Surrey que se trasladaron a vivir aquí hace unos años. Poco después de llegar, la mujer llamó al dentista para concertar una cita. La secretaria consultó las horas disponibles y la emplazó a las seis y media del día siguiente. Cuando nuestra conocida se presentó allí a esa hora, se encontró la consulta cerrada y a oscuras. La secretaria se refería a las seis y media de la mañana. Si a Walt le propusieran acudir a dicha hora a la consulta, estoy seguro de que preguntaría si sería posible efectuar la visita a hora un poco más temprana.

A todo esto, Walt se presentó en casa el otro día pocos minutos antes de las siete y se disculpó alegando que el tráfico estaba muy bravio en Norwich. Lo más curioso de sus palabras no residía tanto en la noción de que el tráfico pudiera ser bravio sino en que Walt pronunció el nombre de la población como «Norritch», a la inglesa. La cosa me sorprendió porque todo el mundo en dicha ciudad y en muchos kilómetros a la redonda pronuncia su nombre como «Nor-wich», como si rimara con «sandwich».

Así que se lo comenté a Walt.

—Eh... ya...—contestó.

Es ésta una característica expresión multiusos local que suele venir acompañada por el gesto de quitarse la gorra de la cabeza y rascarse la pelambrera. Su significado es: «Igual respondo alguna cosa que no digo ni pío».

Walt finalmente me explicó que todo el mundo decía «No-rritch» hasta los años cincuenta, momento en que comenzaron a asentarse en la zona numerosas personas venidas de lugares como Boston o Nueva York y que, por la razón que fuera, tendieron a modificar la pronunciación. Ahora, toda persona más joven que Walt—o sea, todo el mundo—habla de la ciudad como de «Nor-wich». Me pareció un tanto triste que una pronunciación local se perdiera por el simple hecho de que los recién llegados fueran demasiado perezosos o descuidados como para contribuir a su preservación. Con todo, la cosa no pasa de ser síntoma de una tendencia mucho más generalizada.

Hace treinta años, las tres cuartas partes de los habitantes de Vermont habían nacido en el mismo Estado. Hoy la proporción ha descendido a poco menos de la mitad, y en algunos lugares es bastante inferior.



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