Belmarsh: Infierno by Jeffrey Archer

autor:Jeffrey Archer [Archer, Jeffrey]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Biografía
editor: ePubLibre
publicado: 2002-01-01T00:00:00+00:00

18:00 horas

La cena. No tengo estómago para lo que hay en la cantina, a pesar de la recomendación de Tony de los buñuelos de fiambre, así que tomo otra porción de queso rallado, abro una pequeña lata de ensalada de col (41 peniques) y —una catástrofe— me acabo la última gota de mi última botella de Highland Spring. Gracias a Dios que mañana toca economato y me puedo gastar otras doce libras con cincuenta.

A primera hora de la tarde, repaso mi manuscrito y, como no tengo que leer ninguna carta, dedico mi atención al sobre que le dieron a Doug. Resulta ser un guion de televisión para un piloto de treinta minutos en una cárcel de mujeres. Ha salido de algún modo de Holloway y ha entrado bajo mano en Belmarsh (no me extraña que sea tan fácil conseguir drogas). El autor o autora tiene buen oído para el lenguaje carcelario y muestra una visión interesante de la vida en una cárcel de mujeres, pero me temo que tanto la serie Prisoner como Bad Girls ya han tratado este tema hasta la saciedad. Es fascinante ver las diferencias más inmediatas entre una cárcel de mujeres y Belmarsh, empezando por el procedimiento de los cacheos, o por el hecho de que el lesbianismo es mucho más prevalente en los centros penitenciarios femeninos que la homosexualidad en los masculinos, y, aunque cueste creerlo, el nivel de violencia es mayor. No se molestan en esperar a que estés en la ducha para darte el primer puñetazo. Cualquier lugar y cualquier momento es bueno.

Es una tarde larga y calurosa, y tengo visitas de Del Boy, Paul, Fletch y finalmente, Tony.

Tony (cantina, solo marihuana, fugado a París) comenzó la vida como preso de categoría B y fue transferido después de tres años y medio a la cárcel de Ford (sin antecedentes y sin historial de violencia). Después de ocho meses sin incidencias le permitieron salir a visitar la ciudad, así que se fue alegremente a Bognor Regis, pero después de cuatro visitas a esa localidad costera en los siguientes cuatro meses, se aburrió un poco de la playa fría y desierta y de las limitaciones del centro comercial. Fue entonces cuando decidió que había otras ciudades que le gustaría visitar en su día libre.

Cuando lo dejaron salir al mes siguiente, tomó el tren-barco a París.

A las autoridades de la prisión no les hizo ni pizca de gracia. No fue hasta que se mudó a España, dos años después, cuando lo atraparon y lo detuvieron. Después de pasar dieciséis meses en una cárcel española esperando a ser deportado (economato, cincuenta libras a la semana, y nada de encerrar a los presos en la celda hasta las nueve), lo enviaron de vuelta al Reino Unido. Tony ahora reside en esta cárcel de máxima seguridad de categoría doble A, de la que nadie ha escapado jamás, y permanecerá en ella hasta que haya cumplido la totalidad de su condena (doce años). No añadieron más tiempo a su condena,

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