BLACKWATER IV. La guerra by Michael McDowell

BLACKWATER IV. La guerra by Michael McDowell

autor:Michael McDowell [Michael McDowell]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fiction, General, Literary
ISBN: 9788410025547
Google: 79L1EAAAQBAJ
editor: Blackie Books
publicado: 2024-03-19T23:00:00+00:00


Danjo tenía diecisiete años y estaba en el primer curso del instituto cuando se declaró la guerra. James Caskey rezaba a Dios cada noche para que el chico no se dejara influir por los militares que visitaban la casa de Elinor y se acabara alistando el día en el que cumpliera los dieciocho. Sin él, James se quedaría tan desolado como Queenie sin Malcolm, quien ni siquiera se dignaba a escribir a su madre.

—No piensas abandonarme, ¿verdad, cielo? —le dijo James un día durante el desayuno, antes de que Danjo se marchara al instituto. Grace había salido una hora antes para ir a nadar de buena mañana en el lago Pinchona.

—Claro que no —respondió Danjo—. Pero seguramente me tocará ir, James, a menos que la guerra termine antes.

—Me temo que eso no sucederá.

—He estado charlando con Billy...

—No quiero que hables con esos chicos, Danjo, ¡ni siquiera con Billy Bronze! —exclamó James—. Querrán que te alistes como ellos. No me parece bien que siempre estén intentando ponerte un arma en las manos. ¿Acaso Queenie y yo no te hemos educado bien? Ya sabes lo que le ocurrió a tu padre, cómo murió. O lo que le hizo tu hermano a la pobre Dollie Faye Crawford. Piensa en ello la próxima vez que alguien te ofrezca un arma.

—¡Si yo odio las armas! —exclamó Danjo con vehemencia.

—¡Ese es mi chico! —dijo James, apretando afectuosamente la mano de Danjo por encima de la mesa.

—Aun así, estuve hablando con Billy... —intentó explicar Danjo de nuevo.

—¿Y?

—James, sabes que voy a tener que alistarme el año que viene; que es obligatorio...

—¡Me matarás si lo haces! Aunque supongo que no hay más remedio, este país nos ha tratado tan bien que ahora nos toca a nosotros devolverle el favor. Pero no quiero que cojas un arma a menos que tengas previsto dispararle al mismísimo Adolf Hitler.

—No lo haré —prometió Danjo—. Déjame terminar, ¿quieres? Billy me dijo que si me alistaba ahora...

—¡No!

—... que si me alistaba ahora —insistió Danjo—, podría elegir adónde me destinaban. Y me dijo que podría alistarme en el Cuerpo Aéreo, que él hablaría con alguien e intentaría que me destinaran a Eglin. Podría entrar en el servicio de radiocomunicaciones y Billy velaría por mí tanto tiempo como pudiera. ¿Ves lo que intentaba decirte, James? ¡Pero no me dejabas terminar!

—¿De verdad Billy cree que puede conseguir que te destinen a Eglin?

—Dice que puede intentarlo.

James asintió lentamente.

—En ese caso, la próxima vez que le vea hablaremos de ello. Tal vez si estuvieras en Eglin no me moriría de pena sabiendo que te has marchado.

—Igualmente tendrás a Grace aquí, contigo —comentó Danjo.

—Grace no compensará la pérdida de mi pequeño, Danjo. ¡Es que no sé lo que voy a hacer sin ti! Soy tan viejo... Soy un vejestorio y ya no hay niños a mi alrededor a quienes pueda robar y criar como si fueran míos.

—Tal vez Grace se case. Entonces tendrá hijos y tú podrás quedarte con uno —sugirió Danjo.

—Grace ya es una solterona —dijo James con un suspiro—.



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