Amazona by Nuria Bueno

Amazona by Nuria Bueno

autor:Nuria Bueno [Bueno, Nuria]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2024-03-14T00:00:00+00:00


* * *

Era verdad que Miedo venía con retraso a la sesión de hoy, pero ahora Laura sabía por qué, no como el último día, y las demás también y lo comprendían perfectamente. Su llegada tardía les había dado tiempo para comentar lo que se sabía del terrible suceso.

—Sí, sí. Se lo encontró ella misma cuando volvió a su casa —contó Llanto—. Pero ya debía de llevar varias horas tieso.

—Fallecido —matizó Laura con suavidad.

—Eso: fiambre. Le habían clavado un cuchillo o algo en la cara —continuó Llanto—. Y lo habían drogado.

—Qué fuerte —dijo bajito Raquel, anteriormente Pollo Desplumado.

Adriana miraba a unas y a otras, impresionada por los detalles escabrosos de la noticia, pero sin ánimo para comentar nada.

La puerta se abrió y entró Miedo. Pronunció un hola casi imperceptible mientras cerraba la puerta detrás de ella y, con pasitos pequeños, renqueando un poco por su cojera, se dirigió a su silla. Nadie habló mientras tomaba asiento. Laura se aclaró suavemente la garganta y rompió el hielo:

—Te damos el pésame, Emi. Estábamos preocupadas por ti.

Miedo asintió con la cabeza, sin mirar a ninguna.

—Supongo que son momentos duros. Gestionar las emociones puede resultar complicado en estos primeros días —continuó Laura—. Sobre todo, por los sentimientos contrapuestos. Es posible que, a pesar de sus malos tratos, junto con los recuerdos amargos, te asalte algún pensamiento positivo sobre Josué o sobre los buenos tiempos de…

Miedo se levantó de su silla. Laura se calló. La mujer desabrochó el botón que cerraba el puño de su blusa y, sin prisa, dobló la manga, descubriéndose el brazo hasta el codo. Les mostró la cara interna del antebrazo: estaba sembrada de pequeñas marcas oscuras.

—Quemaduras de cigarrillo —explicó ella. Negó con la cabeza y añadió, mirando a la otra—: Perdóname, Laura, pero de sentimientos contrapuestos nada.

Hubo un instante de silencio. Luego, Raquel se levantó, fue hacia ella y la abrazó. Después, Llanto y Pastillas la abrazaron también. Laura dudó un momento si mantener su papel de terapeuta y moderadora, pero inspiró aire profundamente y también se levantó y fue a abrazarse con las demás. Solo Adriana se había quedado en su sitio, observándolas.

Pastillas, que aquel día parecía bastante más conectada con la vida, levantó la cabeza del nido de mujeres y la buscó con la mirada. Le hizo un gesto con la cabeza invitándola a acercarse y sus labios moldearon la palabra ven: eso y su sonrisa, en la que había un inequívoco agradecimiento, la movieron a levantarse de la silla, dar los pasos justos y unir su abrazo al de ellas. Enseguida varios cuerpos la envolvieron y la anudaron apretadamente al resto. Una mano, una pequeña ya conocida, buscó la suya y la agarró fuerte. Raquel. Como en la vez anterior, Adriana le devolvió el apretón y, como en la vez anterior, sintió que esa mano y ese lugar eran un hombro confortador, el sitio donde ahora pertenecía, un refugio en el que reunir fuerzas para lo que se le acercaba.



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