Amando a Sarah by Sandy Raven

autor:Sandy Raven [Raven, Sandy]
La lengua: spa
Format: epub
editor: PublishDrive
publicado: 2020-03-02T00:00:00+00:00

Su Excelencia, el Duque de Caversham, vino a pararse al lado de Ian cuando llegó al muelle. Mientras escuchaba a medias los detalles que decía el mayordomo de la carrera, una sensación incómoda se apoderó de Ian. El hombre corpulento, un representante del grupo de hombres que patrocina el Atlantic Cup Challenge, se puso a gritar, felicitándolo oficialmente por su regreso seguro, luego le informó de su tiempo y finalmente lo proclamó ganador de la primera carrera anual. Todo el tiempo, Ian sintió que su nuevo cuñado hervía a fuego lento con preguntas sin responder, y sabía el porqué. Su hermana soltera regresó a casa en compañía de un hombre que no era Lucky, y él quería una explicación. Ahora.

Ian no iba a discutir con él. Lo que estaba hecho, hecho estaba. No había causado la situación en la que se encontraba, y aunque no había nacido como un caballero en este país, había hecho lo correcto y se había casado con ella.

Él sonrió mientras varios de los hombres de su barco se unieron a él en el muelle. Todos le daban palmadas en la espalda y le estrecharon la mano mientras sus ojos buscaban a la multitud que se formaba a su alrededor por Sarah. Vio sus rizos rubios, recogidos con un simple listón, mientras ella hablaba con su familia. Estaba de espaldas a él, y se preguntaba qué estaba diciendo, cuál era la expresión de su rostro y si temía a su hermano.

Le prometió que la apoyaría, que no tendría ella que enfrentar a Su Excelencia sola. Tenía la intención de mantener esa promesa sin importar lo que su nuevo cuñado tuviera que decir con respecto a su matrimonio.

Ian aprovechó la primera oportunidad que pudo para alejarse de la multitud de simpatizantes y regresó con el hermano de Sarah, el Duque de Caversham—un hombre que varios miembros de su tripulación conocían y respetaban fuera del ámbito social del hombre, como Su Excelencia navegó durante años antes de casarse y establecerse con su esposa y en sus deberes ducales.

Ian habló primero, con suerte la acción transmitiría al duque que estaba de acuerdo con lo que sucedió y que estaba contento con el arreglo.

«Ella aterrizó en mi bote por accidente la noche antes de que comenzara la carrera. No sabía nada de su existencia hasta después de haber rodeado a Anglesey, y ella ha estado a salvo conmigo todo el tiempo».

«Gracias por cuidar a mi hermana, pero...»

Ian lo interrumpió. «Nos casamos en el Puerto de Nueva York. Tengo la licencia y el certificado».

El duque, igual a él en altura, aunque no en amplitud, lo miraba atentamente. «¿ Estaba dispuesta?» susurró.

Ian casi tuvo la impresión de que el hombre mayor ayudaría a su hermana si ella no estaba contenta con la situación, y él sabía que no debía mentirle. «Al principio no, pero no le dimos opción». Ian volvió la cabeza y volvió a mirarla. Sus miradas se encontraron. Le sonrió a su esposa. «Ella se resistió un momento, hasta que tuvo que recordársele algunas cosas».

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