(Fjällbacka 06) La Sombra De La Sirena by Camilla Lackberg

(Fjällbacka 06) La Sombra De La Sirena by Camilla Lackberg

autor:Camilla Lackberg
La lengua: spa
Format: mobi
Tags: det_police
ISBN: 9788415532002
editor: Maeva
publicado: 2012-04-30T18:22:47+00:00


La niña seguía exigiendo mucho. Su madre dedicaba horas a entrenarla, a flexionarle las articulaciones, a practicar con dibujos y música. Una vez que hubo aceptado la realidad, removió cielo y tierra. Alice no estaba bien.

Pero él ya no se enfadaba tanto. Ya no odiaba a su hermana por todo el tiempo que le exigía a su madre. Porque ya se le había borrado el triunfo de los ojos. La niña era tranquila y silenciosa. Pasaba el tiempo sola, jugando con algo, repitiendo el mismo movimiento durante horas, mirando por la ventana o sencillamente, mirando la pared, viendo algo que solo ella podía ver.

Aprendía cosas. Primero, a estar sentada. Luego, a gatear. Luego a caminar. Exactamente igual que otros niños. Solo que a Alice le llevó mucho más tiempo.

De vez en cuando, con Alice en medio, se encontraba con la mirada de su padre. Por un instante, brevísimo, cruzaban la mirada y él veía en los ojos de su padre algo que no sabía interpretar. Pero se daba cuenta de que lo vigilaba, de que vigilaba a Alice. Y él quería decirle que no era necesario. ¿Por qué iba a hacerle daño, con lo buena que era ahora?

No la quería. Él solo quería a su madre. Pero la toleraba. Alice era un elemento en su mundo, una parte minúscula de su realidad, como el rumor de la tele, la cama en la que se acurrucaba por la noche o el crujir de los periódicos que leía su padre. Era un elemento igual de cotidiano y de insignificante.

En cambio Alice lo adoraba a él. No conseguía entenderlo. ¿Por qué lo había elegido a él, en lugar de a su madre, con lo guapa que era? Se le encendía la cara cuando lo veía y solo él era capaz de hacer que Alice extendiera los brazos para que la cogiera y la abrazara. Por lo demás, no le gustaba que la tocaran. Normalmente, se encogía y se zafaba cuando su madre quería acariciarla y cogerla en brazos. Él no se lo explicaba. Si su madre hubiera querido acariciarlo y cogerlo de aquel modo, él se habría hundido en su regazo, habría cerrado los ojos y no se habría alejado de ella jamás.

El amor incondicional de Alice lo desconcertaba. Aun así, le proporcionaba cierta satisfacción el hecho de que alguien lo quisiera. A veces ponía a prueba su amor. Los pocos instantes en que su padre se olvidaba de vigilarlos, cuando iba al baño o a la cocina para coger algo, solía comprobar hasta dónde se extendía el amor de su madre, para ver cuánto podía hacerla sufrir antes de que se le extinguiera la luz de los ojos. A veces la pellizcaba, otras veces le tiraba del pelo. En una ocasión le quitó el zapato y le arañó la planta del pie con aquella navaja que se había encontrado y que siempre llevaba en el bolsillo.

En realidad, a él no le gustaba hacerle daño, pero sabía lo superficial que podía ser el amor, lo fácil que podía esfumarse.



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